domingo, 18 de noviembre de 2012

Nunca me encuentro cuando no quiero ser yo...


Ya no queda nada de ayer, porque el viento se lo llevó. Vente conmigo me dice algún marciano, que este planeta está lleno de enanos.
Condenado a mirarte desde fuera y dejar que te tocara el sol. Que nunca llevo el corazón encima por si me lo quitan. Me pregunto si estara sola y ardo dentro de una hoguera. Y es que me siento extranjero, fuera de tus agujeros, que intento ser feliz... Y abocado a los tejados me he mudado a vivir por desobedecer, por ver al sol salir, por sacar la cabeza fuera. Deja que te diga nena que lo nuestro no es equitativo, todas las noches que estoy contigo, tu eres quién come, yo soy comido. Yo me quedé con su olor, ella me arrancó la piel, me dijo justo al final: no quiero volverte a ver.
Sueño que empieza otra canción, vivo en el eco de su voz. Entretenido, sigo la estela de su olor.
Se me cae la casa desde que se marchó, ahora ya solo espero el derribo. Y es que perdí, la pista del eje del salón, estoy continuamente torcido. La canción de que el tiempo no pasara, donde nunca pasa nada. Y ahora estoy en guerra contra mí alrededor, no me hace falta ningún motivo. Me mira, me droga, las fuerzas me abandonan.
No me preguntes dónde vas, sigue tú inventando el cuento: va a subir la marea.

Y aprendí que tu forma de odiarme eran solo las ganas de verme.




Te podría decir que mañana veremos el modo, pero nunca te quedas conmigo ni tampoco te marchas del todo...


Me mata el tiempo, las indecisiones. Me queman las ganas de besarte, de tu sonrisa. Me destroza el pensar que un día podría ser ella...
Y es que ahora, de noche, el silencio nos mata de ruido.