martes, 31 de enero de 2012

No existen los felices para siempre.

-¿Sabes cómo funciona el amor?
Recuerdos, el pensar que él es el que tú quieres o has querido, que es el mejor en algo (aunque solo sea en hacerte reír). Su voz te calma, te tranquiliza.
Escuchar una canción que te recuerde a él, unas palabras; algo, una escena que viste en una película que se repite cuando estas con él.
Tu realidad, tus sueños, tu mente inundada por su imagen; dos palabras convertidas en tan solo una, el color de su camiseta preferida, sus ojos.
Sus abrazos comienzan a hipnotizarte, y entonces entra el amor, te coge por banda y te clava el puñal por la espalda, te tapa los ojos con un venda y te da diez vueltas
como si de un juego se tratase. Y entonces, mientras que él espera sentado en un banco riéndose de ti, tú caes en su trampa, te enamoras de él; te vuelves adicto a su olor, a sus labios, cada vez que pasas por un sitio piensas: ¡y él ha estado aquí!
Sueñas con tenerle, besarle, simplemente acariciarle la cara tiernamente. Soñar con un beso que nunca llegará y pensar que él es tu anhelo y a la vez tu veneno, que te mata si no estas junto a él pero estar a su lado es un terrible infierno.
Deseas conquistarle, amarle, que te desee tanto como tú lo haces. Entonces, el amor como un cruel bufón, valanceándose de la risa, te señala con el dedo índice mientras escuchas canciones tristes para disimular. Se ríe de ti mientras cierras con fuerza los ojos y le imaginas abrazándote, se ríe mientras piensas en regalarle lo más preciado que tienes, aunque no te das cuenta, que él te lo robó antes de que pudieses percatarte de ello.
Se llevó tu corazón<3
Pero esto no es todo, ahora viene lo gordo. No le necesitas, eres adicta a él pero sin él. El amor solo te clava el puñal a tí y tú eres la que sufres. No necesitas volver a escuchar su voz, solo desear hacerlo; no necesitas que te llame, solo anhelarlo; no necesitas nada más que cerrar los ojos y recordar...y entonces una leve melodía se escuchará tras un manto oscuro, negro. Una melodía que te martilizará durante días, hasta que explotes y no puedas más...
Y entonces, ese pequeño diablillo llamado amor, no podrá contenerse, se caerá del banco de tantas carcajadas, y tú, como un imbécil, caerás de nuevo, una vez más.
Le volverás a hablar pero no servira de nada mas para que esa dulce melodía y que vuelva a retumbar en tu cabeza taponando cualquier otro pensamiento, recordando aquella noche en la que sus tercas manos recorrían tu cuerpo en busca de algo que confundiste con amor: la lujuria.
Y por si no quedaba claro, sí, le sigo amando.

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